martes, 5 de agosto de 2008

6 y 9 de agosto, los días de la ignonimía

-"Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... catorce, quince... es imposible. Son demasiados para poder contarlos.
Aquí llega la forma de hongo de la que nos había hablado el capitán Parsons. Viene hacia aquí, es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o quizá tres mil metros de altura y unos ochocientos de anchura. Crece más y más. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño.La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un
lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso. Las llamas y el humo se están hinchando y se arremolinan alrededor de las estribaciones. Las colinas están desapareciendo bajo el humo. Todo cuanto veo ahora de la ciudad es el muelle principal y lo que parece ser un campo de aviación. Eso aún resulta visible. Allá bajo hay aviones".'

Bob Caron-artillero de cola/fotográfo del Enola Gay

“Hace poco tiempo un avión norteamericano ha lanzado una bomba sobre Hiroshima inutilizándola para el enemigo. Los japoneses comenzaron la guerra por el aire en Pearl Harbor, han sido correspondidos sobradamente. Pero este no es el final, con esta bomba hemos añadido una dimensión nueva y revolucionaria a la destrucción […] Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de fuego que sembrará más ruinas que todas las hasta ahora vistas sobre la tierra.”

Harry Truman (Presidente de los Estados Unidos)

Con estas palabras el presidente de los Estados Unidos anunció y justificó al pueblo norteaméricano la mayor masacre realizada por parte de cualquier ejercito contra la población civil de un país, en ella, murieron entre 100.000 y 150.000 civiles adultos y 100.000 niños y niñas.

Al día siguiente, en las principales ciudades estadounidenses festejaron el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Los medios de comunicación exclamaban: Damos gracias a Dios por haberle dado a América la bomba atómica, porque ¿quién sabe cómo la hubiera usado otra nación?
Fuente: Wikipedia


Nada ni nadie puede justificar la muerte de un ser humano de forma premeditada, si el ser humano fuese capaz de apreciar en su plena extensión el valor de una vida, quizas hace tiempo habrían acabado tantas luchas fraticidas que sólo conducen al dolor y a la destrucción, a la muerte y a la exterminación.
Probablemente esto nunca ocurra y siempre habrá algún grupo, gobierno o corporación industrial que fomente en función de sus intereses el aniquilamiento de aquellos que no sean acordes con sus deseos de posesión.
Probablemente se siga matando en nombre de algún dios, idea política o quien sabe que otra cosa que sirva para justificar la destrucción del mayor valor que tiene el ser humano "SU VIDA".



NO MÁS HIROSHIMAS




NO MÁS NAGASAKIS


EE.UU. violó la convención de La Haya, que fueron los tratados estipulados en 1899, 1907 y 1923 (la ley sobre la guerra aérea), que en su acápite 23 trata sobre normas de bombardeos a objetivos militares y que prohíbe expresamente el bombardeo de ciudades con civiles, aunque haya objetivos militares incluidos en su perímetro.
El presidente de los Estados Unidos a los gobiernos de Francia, de Alemania, de Italia, de Polonia y de su majestad Británica, 1 de septiembre de 1939.

“El bombardeo aéreo despiadado contra civiles en poblaciones sin defensas en el transcurso de las hostilidades que han existido en medio mundo durante los últimos años, que ha producido el dolor y la muerte a millares de hombres indefensos, mujeres, y niños, han afectado a los corazones de cada hombre y mujer civilizados, y producido una profunda sacudida en la conciencia de la humanidad.”

En aquel tiempo, los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki ya tenían la consideración de crímenes contra la humanidad. La consideración de si acortaron o no la contienda es irrelevante: los contendientes en una guerra no gozan de derechos ilimitados y las vidas de la población civil es un bien que hay que preservar por encima de cualquier consideración. Aun así, el acto de lanzar las bombas, aunque es considerado por muchos como crimen de guerra, contra la humanidad y genocidio, sigue hasta la fecha sin ser realmente condenado o castigado.
Tampoco valen los atenuantes, porque en los crímenes contra la humanidad no existen los atenuantes. Hoy, todos los esfuerzos de la comunidad internacional van encaminados a que actos parecidos no se repitan.
Fuente: Wikipedia