jueves, 2 de abril de 2009

MIS FOTOS

¡Rinnng...! -Curtura... ¿Dígame?

TRIBUNA LIBRE OPINIÓN 39

Esteban Ruiz Artista plástico



Hace dos semanas creí haber atravesado el espejo y haber viajado con Alicia al país de las maravillas. Reflejaban los medios una reunión en torno a una mesa, de un grupo de Sras. y Sres. que hablaban de cultura, de capitalidad, de equipo, de planes de actuación, de inversiones, de… ilusiones.

La reina servia el té a unos comensales muy importantes que asentían cada frase que ella enunciaba. Estaban todas las figuras del reino, todos guardando celosamente su pequeño estado de poder y privilegios. Pero no encontré a los ciudadanos, ni a los artistas, ni a los pensadores, estos habían tenido que abandonar el reino por inanición.Pregunté a un conserje si estas reuniones se sucedían habitualmente, y a que se debían. A lo que me contesto –Sr. son las habituales reuniones de marketing político que se celebran en función de los ranking de popularidad de la reina y sus ministros.

En ese momento comenzó el orden del día. Con mucha solemnidad el secretario, sentado a la derecha del padre, clamó -¡Primer punto! Presupuesto. -A lo que el tesorero observó -Majestad, las arcas están vacías. -Una gran pesadumbre sobrevoló la sala hasta que el primer ministro tuvo una idea brillante: tomemos el dinero del ejercicio anterior y cambiémosle el nombre a las partidas. Por ejemplo, aquí donde dice cultura, pongamos Capitalidad.- ¡Que buena idea!- celebraron todos.

-¡Segundo punto!- grito el secretario. Producción y promoción de eventos culturales- A lo que todos al unísono respondieron -La fundación no va a promover ni producir eventos culturales. -Acabado de decir esto se palmeaban las espaldas unos a otros por su coherente y sabia decisión.

En el tercer punto decidieron que la cultura dejaría de llamarse así, y que a partir de ese momento su nombre correcto seria “industria cultural”, aprobando a la par severos castigos de ostracismo y destierro para quien siguiera denominándola como anteriormente.

Se repartieron los dineros de la nueva industria entre los súbditos del reino más allegados al consejo, que eran, según ellos, los más preparados para estos menesteres, y les dijeron al pueblo que esta industria era muy importante para ellos, y que aunque no les iba a devolver sus trabajos, (para ello estaban los allegados), les daría prestigio y notoriedad frente a los otros estados.

Todos estaban tremendamente satisfechos de sus decisiones y salieron rodeados del protocolo, la comitiva y la seguridad para montarse en sus coches blindados en dirección al ágape que les esperaba, no sin antes ofrecer unas preciosas declaraciones a todos los medios que allí estaban “consignados”, con la elocuencia que da la solemnidad: “Nos felicitamos por haber conseguido unificar criterios y ofrecer a los súbditos-súbditas, la posibilidad de declarar nuestro empeño en propiciar un diálogo franco que nos permita hallar un marco previo, que garantice las premisas mínimas, que contribuyan a crear los resortes que impulsen un punto de partida sólido y capaz, donde establecer las bases de un acuerdo que contribuya a poner los cimientos de una plataforma donde edificar un brillante futuro para esta ciudad”.


“Entre estos tipos y yo, hay algo personal”


A Joan Manuel Serrat

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