sábado, 19 de septiembre de 2009

LAS FACHADAS YA NO SE PINTAN CON BROCHA GORDA

Las fachadas ya no se pintan con brocha gorda

El I Concurso de Paisaje Vertical Urbano, de Eutopía 09, se suma a las iniciativas que últimamente están cambiando el aspecto de los edificios. Un arte que requiere un buen estudio previo y materiales resistentes

Guadalupe Carmona
g.carmona@lacalledecordoba.com



Algo está cambiando en las calles. Las fachadas de los edificios, desde hace un tiempo, no son todas lisas, de piedra o ladrillo visto y, a veces, se ven en ellas parajes tropicales, entornos nevados, cielos llenos de vida y otros diseños. No se trata de una revolución arquitectónica, sino de una revolución más bien artística que utiliza la creación para rediseñar el espacio urbano.

Es, precisamente, lo que pretende el I Concurso de Paisaje Vertical Urbano, organizado por Surgenia en colaboración con la Junta de Andalucía y la Real Academia de Córdoba. Se trata de un certamen que ha propuesto mejorar visualmente el espacio formado por las medianeras del Teatro Cómico y la Real Academia de Córdoba (en la calle Ambrosio de Morales) a través del arte. La puesta en práctica se hará entre septiembre y la primera quincena de octubre, dentro del Festival Internacional de la Creación Joven Eutopía 09, y la protagonizará la cordobesa Raquel Gómez, ganadora del concurso, que ha diseñado una instalación de alambre y acero cortén, materiales comunes en su habitual creación.


Iniciativas que van en aumento

Pero esta idea de rediseñar el paisaje vertical urbano no es nueva en la ciudad. Otros artistas y otras iniciativas en Córdoba llevan un tiempo vistiendo edificios. El Jardín de la Casa, un ciclo de intervenciones pictóricas en la fachada de Vimcorsa que comisaria Miguel Gómez Losada es todo un ejemplo de que las paredes de los inmuebles ya no se pintan sólo con brocha gorda. “Hay que sacar el arte de los circuitos cerrados y compartirlo”, apunta Gómez Losada, justificando la existencia de este tipo de arte. Una idea que, además de ser muy atractiva para los creadores, supone un reto para los mismos por sus condiciones de tamaño, soporte, climatología, etc, lo cual mueve mucho más a los artistas a hacerlo.

Pero hay quien piensa que este arte también se está haciendo ahora más “porque así se hace más visible el gasto en cultura que se lleva a cabo desde las instituciones”. Así es como, al menos, piensa Fernando M. Romero, uno de los artistas que han intervenido en el ciclo de Vimcorsa y el ganador de la Beca Córdoba Artes Nobles de 2009. Y si éste es el motivo de que hayan incrementado ahora estas acciones “está muy bien, siempre que no se abuse de este tipo de iniciativas por parte de las instituciones culturales como señuelo o para conseguir mayor presencia mediática o social”, apunta Romero.

Sobre todo porque no deja de ser arte, de ser un trabajo que se debe remunerar como cualquier otra ocupación - cosa que las instituciones se suelen saltar, pagando los materiales y dando permiso para la obra- y porque es una actividad creativa en un contexto muy especial que exige una forma de trabajo distinta y complicada
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No hay lugar para la improvisación

Para empezar, un estudio y análisis exhaustivo de la obra que se va a crear, del entorno donde se va a hacer y de los materiales que se van a utilizar. “Este tipo de cosas está lejos del arte rápido o graffiti furtivo. Tienen que construirse de una manera muy reflexiva y, por ello, también es bueno que tenga un marco institucional, como un festival, ciclo o algo así”, señala Gómez Losada.

Tanto es así que el proyecto que ha convencido al jurado del Concurso de Paisaje Vertical Urbano ha llevado a Raquel Gómez a “mirar una y otra vez las fotografías que tomé del solar para pensar e imaginar qué podría hacer allí”, dice. De hecho, su primera idea fue hacer un dibujo aéreo con varillas y chapas en el espacio que va de fachada a fachada, dejando como fondo el cielo, pero como había restos arqueológicos y una distancia de 50 metros, cambió su idea para desarrollarla en las paredes que unen el Teatro Cómico y la Real Academia.

Al ser la primera vez que va a hacer este tipo de obra, no sabe qué dificultades va a encontrar, pero Fernando M. Romero, Gómez Losada y Melissa Launay -artífice de la actual pintura que hay en Vimcorsa y una de las artistas que han participado en el concurso de Surgenia- sí lo saben. Una de esas complicaciones, la de trabajar a gran escala, a Melissa le produjo “terror. Suelo trabajar muy pequeño y no sabía cómo hacerlo”.

Medir muy bien las dimensiones y adaptar la creación a ellas, trabajar por partes e ir avanzando por zonas y llevarlo todo muy preparado, son algunas estrategias que han seguido estos cordobeses para crear a gran escala. Un factor que no permite improvisar o corregir sobre la marcha, según cuentan. Tampoco lo hace el que haya un tiempo determinado para ejecutar la obra -como es habitual en proyectos respaldados por la administración-.

Pero el clima o las complicaciones técnicas son otros factores con los que el artista tiene que lidiar. El no tener los recursos, como andamios eléctricos o instrumentos así, y la lluvia en pleno proceso de creación son algunos de los problemas que pueden hallar.


Preparados para el cambio

Además, el clima es algo que, una vez acabada la obra, va a modificarla. Por eso, los autores piensan en materiales resistentes como la pintura al agua o la chapa de acero cortén - que se utilizará en la instalación de Gómez-, que es un tipo de acero producido con una composición química que le provoca una oxida muy peculiar. De hecho, esa misma oxidación protege a la pieza de la corrosión atmosférica, pues el acero crea una película de óxido impermeable al agua que impide que su oxidación prosiga hacia el interior de la pieza, y así se estropee.

De cualquier modo, Gómez Losada recuerda que “es bueno entender que al estar en la calle hay un deterioro de los materiales, pero se tiene que ver como un envejecimiento natural y bello. Lo que no se puede concebir es un deterioro, por ejemplo del muro, de que se caiga o algo así”. Y, en principio, y a modo general, la gente lo entiende, aunque también se han dado casos de fachadas que han creado polémica en la urbe. No ha sido la experiencia de estos artistas, que aseguran que el público responde muy bien porque “entiende que es algo que alegra la ciudad”, que la enriquece y que “les pone en contacto con el arte contemporáneo, evitando que éste sea algo elitista”, añade Launay.

Precisamente, el efecto pedagógico de estas intervenciones, que ponen a dialogar el arte contemporáneo con la sociedad y que pueden despertar el interés de quien no entiende este arte, es uno de los motivos por los que se hacen necesarias estas acciones. Aunque también son necesarias para que “la urbe cambie, y con ello sus habitantes. Les cambia la forma de pensar, los hace menos conservadores porque los prepara para el cambio en otros ámbitos y eso, en una ciudad de interior como Córdoba, es más necesario aún”, termina Gómez Losada.



PUNTO DE ATENCIÓN

Paredes móviles

El objeto de el I Concurso de Paisaje Vertical Urbano es, según cuenta Wanda Cuseo, coordinadora del mismo desde Surgenia, rediseñar estos escenarios en las ciudades de Andalucía. Por ello, aclara que “no se trata de utilizar las paredes de los edificios como lienzos para pintar, sino de incorporarlas dentro de la obra para que todo el conjunto sea una intervención artística”. Intervención que ha sufrido un pequeño retraso por cuestiones de permisos y papeleos pero que, según Cuseo, se inaugurará en la primera quincena de octubre.

Un poco antes, pero en Madrid, se celebrarán unas Jornadas sobre pantallas urbanas y espacio público en las que se debatirá de otras fachadas que darán mucho que hablar en un futuro en Córdoba. Son las digitales, que se activan y cambian al entrar en contacto con los habitantes y su entorno. Así será la pared exterior del Centro de Creación Contemporánea de Córdoba (C4), y sus artífices, los hermanos Jan y Tim Edler, estarán en esas jornadas los días 28, 29 y 30 de septiembre para hablar de estas pantallas que pretenden ser mucho más que grandes monitores para convertirse en propias infraestructuras. Por lo pronto, la fachada digital del C4 ya causa expectación por su rareza y por su encaje en un entorno como Miraflores, con la Mezquita-Catedral enfrente. Ya se verá después si tiene aceptación o no.




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INFRAESTRUCTURAS CULTURAS 20

De albergue de comerciantes a cobijo de la creación


Historia de una posada

Desde que el Ayuntamiento recuperó la Posada del Potro la cultura ha sido su inquilina permanente. Quienes trabajaron y crearon allí hablan de un inmueble que con el flamenco sumará un nuevo capítulo a su historia


Olga Pérez Barbero

o.perez@lacalledecordoba.com

La Casa del Flamenco-Museo Fosforito pone nombre ahora a la que hasta hace tres años todavía era la Posada del Potro. Su apertura, prevista para antes de que acabe 2009, viene a sumar una nueva etapa a este edificio que, a lo largo de su historia, ha tenido tantas vidas como nombres se le conocieron en sus primeros años (meson de Doña Teresa, de la Pastora o de la Catalana) o apariciones tuvo en las obras de grandes escritores como Cervantes, Baroja, Gongóra o quevedo.

Aunque este enclave se convirtió en foco cultural de los ochenta y ha estado íntimamente ligado a disciplinas como la fotografía, la cerámica o la literatura, aún no se tiene claro si, con sus nuevas funciones, conseguirá la magnitud flamenca que se le quería dar cuando el proyecto se gestó hace diez años y la importancia como punto estratégico de la creación que ha tenido a lo largo de su historia.

Y es que, por el momento, no se sabe qué palos tocará esta nueva institución, o, al menos, no ha trascendido a la luz pública, como asegura José Arrebola, quien incluso formó parte de la comisión de expertos que participó en su proyecto de elaboración. “Llevamos tres años sin que se convoque a la comisión, y lo único que se sabe es que el centro se va a llamar Casa del Flamenco-Museo Fosforito”, asegura Arrebola.

Entre el comercio y la cultura

Pero si la incertidumbre todavía planea sobre el futuro de la Posada, su pasado recoge un peso histórico y cultural. Este edificio sirvió de albergue de los comerciantes de ganado caballar que se daban cita en Córdoba a finales del siglo XIV (época de la que data la apertura de la Posada), y, posteriormente, de los jornaleros y labradores que en el siglo XVIII frecuentaban la ciudad.

Este desfile tan variopinto de huéspedes hizo que proliferaran numerosas leyendas que enriquecieron su historia como la del castigo que Pedro El cruel dio en el siglo XV al posadero que por aquel entonces la regentaba, por matar a sus huéspedes tras haberles robado. También figura en algunos documentos que la Posada funcionó en sus inicios como un prostíbulo y lo que dejan muy claro las referencias que en su obra hacen Cervantes, Góngora o más tarde Baroja es que el edificio era un punto de los más concurridos de la ciudad.
Ese carácter lo supo mantener cuando el Ayuntamiento decidió convertirlo en sede del Área de Cultura, a principios de los 80, aunque prácticamente hasta que el Consistorio la recuperó en 1972, este inmueble continuó realizando las funciones de hospedería “de manera ocasional” explica Pedro Roso, que fue director del Área de Cultura y Educación entre 1989 y 1995 y morador de la etapa en la que la cultura se apoderó de sus paredes.


Burocracia diurna, creación nocturna

En un principio, tras su recepción, el Ayuntamiento cedió el uso a ArteEspaña, una muestra permanente de artesanía nacional que dependía del Ministerio de Información y Turismo y que dio paso en 1981 a una remozada Posada -que recuperó su fisonomía anterior - que albergaría la concejalía de Ferias y Festejos, en un principio, y poco después la de Cultura, recuerda Roso.
El que fuera director del Área explica que la Posada comenzó a llevar una especie de doble vida. Por una parte, subraya, “durante el día era un centro de dirección del Área, desde donde se gestionaban los servicios culturales y todos los programas. Ya por la tarde-noche se convertía en un centro creativo de referencia en la ciudad”.

Presentaciones de libros, exposiciones de pintura y fotografía, talleres e incluso un apartado para algo tan característico de la artesanía cordobesa como el cuero, comenzaron a invadir la Posada del Potro con una gran actividad que se mantuvo, con algún altibajo, hasta que el Área se trasladó a Orive dos décadas después.

Juan Carlos Limia, técnico de Cultura que llegó a la Posada en 1992, también coincide con Roso en que el edificio vivió sus mejores momentos en los años 80, cuando se convirtió en epicentro de la vida cultural de la ciudad, “había una actividad pública efervescente y para muchos funcionaba como imán”.

Esto para Limia se debió, sobre todo, al rico momento cultural que atravesaba la ciudad, así como al déficit de oferta que tenían las administraciones y entidades privadas. “Su importancia no estaba sólo en su programa de actividades, sino en que no había otro agente que dinamizara” el panorama de la cultura.

Casa de la fotografía

Uno de los colectivos que hizo de la Posada un símbolo, fue el de fotógrafos, que, como explica el que fuera presidente de AFOCO, José Gálvez, incluso llegó a proponer que la antigua hospedería se convirtiera en centro de la imagen y no del flamenco.
Gálvez recuerda que durante 25 años la fotografía tuvo cabida en el Potro con etapas de máximo esplendor entre 1983-85; 1991-95, donde incluso las exposiciones de instantáneas aparecieron entre las tres primeras de Europa en una guía internacional de fotografía, similar a lo que podría ser la Guía Michelín para la cocina; o 1997-2000.
La Bienal de Fotografía también se gestó a mediados de los ochenta, tras ver el éxito que las exposiciones de fotografía estaban teniendo; unas exposiciones que acercaban a Córdoba, con una periodicidad mensual, la obra no sólo de autores locales o nacionales, sino de lo más granado del panorama internacional.
De hecho, justo antes de que la Posada cerrara definitivamente sus puertas para comenzar las obras de acondicionamiento, (en 2006), AFOCO tuvo sendas exposiciones en lo que siempre han considerado como el hogar de la fotografía.
“En 25 años -explica Gálvez- tuvieron lugar cerca de 200 exposiciones, durante dos años se convirtió en una de las salas más importantes de Europa, incluso los catálogos llegaban hasta el MOMA. La fotografía tuvo una difusión tremenda y nunca entendimos que se decidiera crear un centro para el flamenco, en lugar de un centro nacional de fotografía”.


Cerámica y literatura

Aunque las salas del Potro acondicionadas para usos ajenos a la propia gestión de la cultura dieron cabida a múltiples actividades, las dedicadas a la literatura y a la cerámica también consiguieron tener parte de ese carácter especial que la fotografía adquirió con el paso del tiempo.

Así, cuenta Roso, en la sala de usos múltiples se realizó durante cuatro años el Aula de Poesía, que incluía no sólo lecturas o presentaciones de libros, de los más prestigiosos escritores, sino también publicaciones y talleres en los que se formaron algunos de los autores más representativos del panorama cultural cordobés.
Asimismo, en la segunda mitad de los noventa, la Posada comenzó a albergar exposiciones de cerámica que también tuvieron muy buena acogida y que, aunque todavía se realizan esporádicamente, ya no cuentan con un escenario fijo como el que ofrecía este antiguo edificio hostelero.


Bonito pero incómodo

A pesar de toda esta actividad, ni la belleza del enclave, ni tampoco su situación estratégica pudieron esconder la incomodidad que suponía trabajar en un lugar de esas características: espacios pequeños, escasa luz, problemas de accesibilidad... Algo que llevó a trasladar la sede del Área de Cultura al también reformado Palacio de Orive, y que dejó que durante un corto periodo de tiempo (antes de su cierre definitivo) también Turismo tuviera un hueco aquí.
“El Potro -indica Juan Carlos Limia- era una sede muy disfuncional, como la gran mayoría de edificios históricos que no se conciben para ese uso. Sin embargo, todo el mundo ha tenido una relación muy afectiva con la Posada y su entorno, que dejó en nosotros un sabor entre romántico e histórico que todavía, en Orive, echamos de menos”.
Precisamente, las obras que se han desarrollado -desde 2006- han tenido como objetivo acabar con los obstáculos que le impedían convertirse en una sede de trabajo digna. Una sede que ahora se enfrenta a una nueva etapa, en la que el flamenco pasará a ser su único inquilino. Queda por ver si el funcionamiento de este nuevo centro conseguirá una proyección comparable -como se ha pretendido desde su concepción inicial- a la que la Posada del Potro ha tenido a lo largo de su dilatada historia.

Punto de Atención

El plan de usos estará en un mes y medio

Las expectativas suscitadas en el mundo del flamenco en los diez años que han pasado desde que se concibiera la Casa del Flamenco-Museo Fosforito hasta la conclusión de sus obras han sido muchas. Unas expectativas que todavía no se sabe si se cumplirán puesto que el plan de usos está por concluir. Algo que, según afirma el teniente de alcalde de Cultura, Rafael Blanco, será una realidad en el plazo de un mes y medio.

Al margen de los usos que ya se conocen (museo del cantante pontanés, talleres formativos y exposiciones de distintas disciplinas relacionadas con el flamenco, así como la colaboración con la Agencia Andaluza de Desarrollo del Flamenco), Blanco explica que en los próximos cuarenta días mantendrá una reunión con los diferentes colectivos relacionados con el género en la ciudad “para exponerles qué es lo que vamos a hacer allí y recoger sus aportaciones para la programación, porque nos interesa que todos los sectores estén representados”.

Muy pendiente de saber qué pasará con la Casa está la Asociación de Artistas Flamencos cuyo presidente, José Porras, está esperanzado en que la sede del organismo se ubique aquí. “Este es un compromiso político que tenemos y creo que debemos estar ahí para ayudar a darle contenido”, afirma.

José Arrebola, miembro de la comisión del Concurso Nacional de Arte Flamenco, por su parte, espera que, el nuevo centro sirva para “centralizar todo el flamenco que se hace en Córdoba desde el Concurso Nacional hasta la Noche Blanca” ya que ahora cada actividad depende de una delegación.

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