jueves, 20 de mayo de 2010

HISTORIAS DE CÓRDOBA (LA INQUISICIÓN EN EL SEISCIENTOS) (EL FINAL DE LA INQUISICIÓN)

La Inquisición fue una institución muy enraizada en la sociedad en general y en la de Córdoba en particular. Nada de lo que tuviera que ver con los pensamientos y sentimientos de las personas escapaba a su vigilante pesquisa ni se libraba de sus enjuiciamientos y, en su caso, condenas.
Desde la perspectiva religiosa, la Inquisición se preocupó por la pureza de la fe católica, siendo competencias especiales suyas la lucha contra la herejía, la bigamia, la blasfemia, la usura, la sodomía, la brujería y la inmoralidad del clero. Desde el ángulo político impidió que los ideales y prácticas católicas se resquebrajasen dotando el cuerpo social de una inconsútil unidad doctrinal. Y desde una dimensión sociológica, las clases dominantes económicamente contaron con una poderosa arma eclesiástica que apuntalaba, con su defensa de valores transcendentales, una inmanente sociedad jerarquizada en estamentos sociales.
El Tribunal de la Inquisición de Córdoba fue muy celoso de su jurisdicción cuando ésta era cuestionada por el obispo o el cabildo eclesiástico, Así, en 1609, el Santo Oficio prendió al provisor del obispado, el licenciado Pedro Fernández Mansilla, por estimar que se había extralimitado en sus competencias al castigar a un clérigo de Puente de Don Gonzalo, que era también comisario de la Inquisición. No obstante la fulgurante excomunión del obispo fray Diego de Mardones, el tribunal no se arredró y el provisor continuó en la cárcel inquisitorial.
En 1643 volvió a estallar otro conflicto jurisdiccional, pero en este caso por motivos de precedencia y cortesía. El obispo Pimentel no toleraba que los predicadores de la Catedral se dirigieran al Tribunal de la Inquisición con el tratamiento de "Señor", porque entendía que éste sólo le correspondía al Rey. Lo que aparentemente parecía una causa nimia resultó ser un escándalo de dimensiones nacionales, puesto que las iglesias locales no estaban dispuestas a consentir la prepotencia inquisitorial. Naturalmente, estos conflictos jurisdiccionales traspasaban la ya lamentable significación del enfrentamiento entre las dos instituciones eclesiásticas para convertirse -y esto era lo grave- en motivo de zozobra, inquietud e, incluso, bandería entre los fieles.
En aquel "siglo de hierro" se cometieron más delitos contra las buenas costumbres -blasfemia, bigamia y brujería- que contra la ortodoxia de la fe: luteranismo, islamismo y judaismo. Todos eran cuidadosamente examinados por el Santo Oficio, pero sólo algunos de ellos eran objeto de autos de fe, en los que resaltaba la solemnidad de los desfiles procesionales y la lectura pública de las sentencias, que se pronunciaban normalmente en el convento de San Pablo, pero a veces también en San Basilio y en la plaza de la Corredera. En la Córdoba del Seiscientos, los condenados, encartados y penitenciados pasaron del medio millar. De éstos fueron condenados a la horca y a la hoguera unos 25 por lo menos. El tribunal civil era el responsable de ejecutar siempre la pena capital.

J.M.B.A.

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El giro fundamental que la Revolución Francesa produce en la marcha de la historia afecta de forma decisiva a España a partir de la invasión y guerra de 1808. La defensa de las libertades y derechos del hombre y del ciudadano que están en el trasfondo dan vida a ese movimiento revolucionario y atacan en sus raíces a la esencia misma de la Inquisición. Entre las primeras disposiciones de Napoleón está la de suprimir los tribunales del Santo Oficio por considerar que es atentatorio a la soberanía y a la autoridad civil. En Córdoba actuaron como liquidadores nombrados por el comisario regio, José Marchena, secretario provincial, José Garrido, arcediano de la Catedral, y José María de Arjona, canónigo penitenciario. El 20 de febrero de 1810 comunicaba Arjona que había "entregado a las llamas todas las causas criminales y sólo he reservado algunas otras que podran conducir para elaborar la historia literaria y de ellas he mandado formar un índice particular. He reservado las pruebas de limpieza porque tal vez contienen documentos útiles para algunas familias".
Tras el decreto de 4 de diciembre de 1809 la Inquisición deja de existir. Pero serán las Cortes de Cádiz las encargadas de resolver definitivamente el tema de la abolición o no del Santo Tribunal. Decisión ésta que dio lugar a largas discusiones. Para los liberales la Inquisición era la causa de la decadencia y descrédito de España, y para los conservadores era la guardesa de las esencias patrias. El decreto de 22 de febrero de 1813 suponía la victoria final de los liberales que lograban con él su abolición.
Córdoba se opuso al decreto de abolición. En la sesión capitular del 22 de enero de 1813 Rafael Vázquez propuso que sería muy conveniente que el Ayuntamiento se presentase al congreso nacional pidiendo el restablecimiento del Santo Tribunal de la Fe. Y por mayoría la ciudad de Córdoba envió su petición a las Cortes para que se restableciera la Inquisición.
Las cosas cambiarán sustancialmente con la llegada a España de Fernando VII. Por un decreto de 21 de julio de 1814 se decidió que funcionaran la Inquisición y demás tribunales del Santo Oficio, pero tras el levantamiento de Riego, Fernando VII decretó una vez más su abolición el 9 de marzo de 1820.
El cambio de ritmo en la historia española, tras la intervención de las tropas francesas en 1823 y el comienzo de la "década ominosa", conlleva la revocación de todos los decretos aprobados por el rey durante el trienio. Sin embargo, no hubo definición expresa de ningún tipo de impulso para un tribunal que llevará una vida lánguida hasta su total desaparición.
El 26 de junio de 1823 el cabildo del Ayuntamiento se une al del Ayuntamiento de Burgos solicitando al rey la rápida reposición del Tribunal de la Inquisición, editándose un folleto el 22 de febrero de 1824 que se tituló: "Representación que ha dirigido a S.M., el Ayuntamiento de la Ciudad de Córdoba, sobre el restablecimiento de la Inquisición". El texto es una defensa a ultranza de la Inquisición desde unas posiciones ultrarreaccionarias.
El punto final, puramente formal, sería el decreto de 15 de julio de 1834, promulgado por la reina Cristina en nombre de la reina Isabel II.

L.P.B.


Fuente: La Caja obra cultural (Caja Provincial de Ahorros de Córdoba)

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domingo, 16 de mayo de 2010

MONSTRUOS

No tengo por costumbre expresar mis pensamientos en el blog, pero, hay veces en las que uno percibe a su alrededor ciertas cosas extrañas que le llaman la atención, especialmente en lo que damos por llamar relaciones humanas.
Noto como poco a poco las relaciones entre las personas se van deteriorando, como día a día la tensión se asienta entre todos nosotros, no se si es por nuestro estilo de vida o por que causa los seres humanos vamos cayendo en una especie de vacío en el que intentamos escapar y evadirnos de todo aquello que nos rodea para finalmente no llegar a ningún lugar. ¿Qué nos esta fallando? Se supone que hoy en día prácticamente tenemos acceso a todo aquello que podría hacernos felices llamense bienes materiales, llamense bienes culturales o quizás espirituales y sin embargo somos más infelices que cuando teníamos menos, al menos antes cuando mirabas a los ojos de la gente podías ver un destello, hoy cada día que pasa notas como lo oscuro, lo ambiguo y lo carente de sentido a llenado vidas enteras.
Y me pregunto ¿Cuántas pieles de todas aquellas que nos cubren hemos de desechar para poder descubrir de nuevo nuestra piel primigenia y de esta forma volver a sentirnos personas? ¿Cuántas vidas hemos de vivir para poder vivir la nuestra propia? La lucha resulta agotadora y estéril desde el momento en el que sientes como cada mañana, tarde o noche es un muro que tienes que saltar para poder seguir viviendo o sobreviviendo.
Hay un texto de Erasmo de Rotterdam en su libro de "Elogio de la Locura" que no si servirá para poder entender un poco lo que quiero expresar, pero bueno a mí particularmente me sirve:

"Para no seguir detalle por detalle, ya veis cuánto placer produce por todas partes a los mortales, sea individualmente o en su conjunto, el Amor Propio, y casi igual que él su hermana: la Adulación. El Amor Propio, en efecto, no es otra cosa que el hecho de que alguien se lisonjee a sí mismo. Si esa misma lisonja va dirigida a otro, se tratará de Adulación. En nuestros días la adulación es tenida como algo infame; pero sucede así entre las gentes que se impresionan más por los nombres de las cosas que por las cosas mismas. Estiman que con la adulación cuadra mal la fidelidad; pero muy otra sería su opinión si se les pudiese ilustrar con ejemplos de animales irracionales. ¿Qué hay, en efecto, más adulador que un perro? No obstante eso, ¿quién más fiel? ¿Y quién más zalamero que la ardilla? ¿Hay, sin embargo, algo más amigo del hombre que ella? No; a no ser que hayamos de considerar a los fieros leones, a los crueles tigres, a los furibundos leopardos como más acordes con el modo de vida de los humanos.
De todos modos, hay cierta clase de adulación del todo perniciosa, mediante la cual algunos maliciosos y burlones llevan a los incautos hasta su perdición. En cambio, mi estilo de adulación proviene de la benignidad de ánimo y de cierta candidez, y está mucho más próximo a la virtud que aquella aspereza que es su oponente, la cual resulta hosca, ruda e insoportable, según dice Horacio. Es ella la Adulación, quien levanta los ánimos más decaídos, alienta a los tristes, estimula a los abatidos, despabila a los lerdos, repone a los enfermizos, ablanda a los iracundos, concilia afectos y luego los mantiene. Ella anima a los niños a emprender el estudio de las letras, alegra a los ancianos, da advertencias y enseñanzas a los príncipes bajo la apariencia de una alabanza, sin que se sientan ofendidos. Ella hace, en suma, que cada uno resulte a sus propios ojos más satisfactorio y apreciable, lo cual supone ya una parte muy sustancial de la felicidad. ¿Qué hay, por otra parte, más complaciente que la acción de dos mulos cuando se rascan uno a otro? Eso sin decir, además, que ella, la adulación, tiene gran importancia en las alabanzas de la elocuencia, mayor importancia aún en las de la medicina y la máxima en las de poesía: ella es, en fin, la miel y el condimento de toda relación humana."

jueves, 13 de mayo de 2010

DIFERENTES AUNQUE IGUALES

HISTORIAS DE CÓRDOBA ACTUALIDAD 8


Pese a la distancia que existe entre las distintas confesiones religiosas, evangelistas, musulmanes y católicos coinciden en sentirse “maltratados” por la intolerancia ante la diversidad de creencias y exigen un cambio

Laura Pérez

l.perez@lacalledecordoba.com



La expulsión de una alumna de un instituto de Pozuelo de Alarcón por llevar el hiyab en clase ha vuelto a abrir el debate sobre los problemas que tienen los fieles de confesiones religiosas minoritarias para ejercer su derecho a la libertad religiosa y por tanto, sobre la necesidad de adaptar la Ley de Libertad Religiosa de 1992 a la nueva realidad confesional.

Aunque no es la primera vez que hechos como estos saltan a la luz, en esta ocasión al Gobierno le ha venido como anillo al dedo para retomar su promesa de dicha modificación pues, con el aumento de las confesiones religiosas minoritarias como el Islam o la Iglesia Evangélica el rechazo en torno a la diversidad religiosa también lo ha hecho.

Algunos de los representantes de estas confesiones minoritarias en Córdoba ven en la reforma de la ley una posibilidad de cambio pues muchos de ellos de hecho, aseguran haber vivido en su piel la discriminación, los perjuicios y la intolerancia de la sociedad.

El pastor de la Comunidad de Amor Cristiano, Esteban Muñoz, perteneciente a la Iglesia Evangélica, da una percepción muy clara sobre cómo se siente quien pertenece a una confesión minoritaria en Córdoba. “Parece que lo que no es Iglesia Católica es secta, esa es la principal mentira que se dice sobre nosotros. La ignorancia hace que nos tengamos que defender diciendo lo que no somos”.

Para los evangélicos la libertad religiosa que ha visto limitada la chica de Pozuelo de Alarcón no es lejana pues, aunque la convivencia ha avanzado, aún no existe en pleno derecho. Ellos, tienen problemas a diario para celebrar su culto, encontrar espacios en los que construir sus instalaciones o incluso hacer actos públicos. Algo no muy lejano a lo que se encuentra la comunidad musulmana. “Hemos estado hasta dos años sin poder cantar o poner música en nuestras celebraciones, y para poder celebrar un acto público el Ayuntamiento nos obliga a pagar fianzas de hasta seis mil euros. Éstas son manifestaciones de nuestra religión y en ocasiones no se respetan ni facilitan”, asegura el pastor.

Sin embargo, para la comunidad evangélica, la mayor diferencia con respecto a la Iglesia Católica se ha desarrollado en el Hospital Universitario Reina Sofía. Pese a que la gerencia del centro hospitalario y la propia Consejería de Salud estuvieron de acuerdo en acreditar a sus voluntarios para que pudieran visitar a los enfermos, según asegura el pastor Esteban Muñoz, desde hace unas semanas vuelven a estar vetados y mientras “la Iglesia Católica incluso tiene una capilla dentro de las instalaciones”, asegura.

¿Qué hay de la libre expresión?

Aunque para la mayor parte de la comunidad musulmana que vive en Córdoba, formada por casi tres mil fieles, y de evangélicos la polémica nacional del uso del velo en lugares públicos o de cualquier otra manifestación religiosa es irrelevante, sí que defienden el hecho de que la libertad de expresión es otro de los grandes escollos que aún no se han superado.

El pastor de la Comunidad de Amor Cristiano insiste en que cuestiones como éstas continúan siendo sensibles hoy en día y sobre todo, es cuestión de perjuicios el que levante espinas o no. “Nos cuesta ver a una mujer con velo pero no a monjas con hábitos. El velo no perjudica a nadie y aunque hay unas normas que, como en el caso de un instituto hay que cumplir, también hay que entender que es un símbolo cultural y que es necesario regular las manifestaciones de forma concreta en la vida pública”, explica.

F, es una chica musulmana procedente de Marruecos que vive en Córdoba y que ha preferido mantener su anonimato por respeto al familiar que la ha ayudado a estar aquí. F. no usa velo y sencillamente, para ella, tan válida es la opción de quien decide llevarlo como no llevarlo. “Mientras sea la mujer quien decida libremente, que suele ser lo habitual, no le veo inconveniente alguno. Hay quien lo lleva y hay quien no y podría ser similar a que los cristianos no coman carne determinados viernes del año”, explica.

La injustificación que chicas como F. le ven a la polémica en torno a lo que puede suponer que ellas usen o no el velo se hace aún más evidente cuando es ella misma quien defiende el que no se retiren los símbolos religiosos, católicos o no, de los espacios públicos y aún menos, que se limiten las manifestaciones públicas. “Disfruto de la Semana Santa, de ver las obras de arte en las iglesias y en absoluto me molesta ver una cruz. No veo razón alguna a que se retiren de ningún sitio”, insiste. Ahora bien, añade, “es importante que se respete la libertad de cada uno”.


Con el laicismo en contra

Para un sector de los católicos, según asegura el presidente de la Asociación Presencia Cristiana, Miguel Ángel Parra, la realidad confesional de este momento tampoco les es favorable. De hecho, asegura, “hay quien se siente maltratado porque quien quiere implantar el laicismo tiene una lucha abierta contra el catolicismo. Se nos está marginando y la Administración nos está vetando el acceso y el diálogo en muchos temas”. En este punto, Miguel Ángel hace referencia al “acoso” que están sufriendo determinados círculos por la retirada de símbolos religiosos de lugares públicos, como las escuelas, cuando desde su punto de vista, ni ésta ni cualquier otra manifestación, como puede ser el velo, perjudica en absoluto a nadie.

Por otro lado, cuestiones como la falta de espacios de culto que tienen los fieles de las confesiones minoritarias o las limitaciones para expresarse abiertamente con respecto a la Iglesia Católica, Miguel Ángel considera urgente que se aborden. Si bien, cuando se trata de hablar del rezo compartido en La Mezquita, un lugar que aún perteneciendo a la Iglesia Católica, es reclamado por un sector de la comunidad musulmana por el poder que les da la historia, Miguel Ángel pide respeto. “Esto no tiene nada que ver con la libertad religiosa. Existe una reglamentación e igual que yo no entraría en una mezquita a rezar queremos respeto para que no lo hagan ellos”.

Todos piden un cambio en la ley

En lo que si es verdad que están de acuerdo tanto musulmanes, como evangélicos y católicos es en que la reforma de la ley de libertad religiosa es necesaria. Aunque eso sí, cada uno con sus puntos y sus comas. El pastor evangélico de la Comunidad de Amor Cristiano, Esteban Muñoz, es de los que consideran urgente la reforma pues no en vano, ya el mero hecho de que la Iglesia Católica se relacione con el Estado a través de un tratado internacional con el Vaticano y ellos con una ley orgánica es un símbolo de diferenciación. Ahora bien, Esteban asegura que la comunidad evangélica está expectante ante el cambio legislativo pues, insisten en que no les gustaría que fuera por determinados colores que ha tomado la Ley de Cultos de Cataluña. “Hasta ahora la libertad que hemos tenido las confesiones religiosas minoritarias ha estado en función del ayuntamiento de turno, debe regularse porque cada vez somos más pero, no hay duda de que si la reforma es muy rígida nos creará aún más perjuicios. ”, asegura.

El presidente de la Asociación Presencia Cristiana tampoco ve mala idea el hecho de reformar la norma y que el resto de confesiones sigan adquiriendo libertades. Si bien, también asegura estar pendiente del tono que está tomando el debate en la calle pues en su opinión, la nueva normativa no debe tener incompatibilidades con los acuerdos entre la Iglesia y el Estado. “Lo lógico es que las nuevas confesiones se integren de forma equilibrada. Esperamos que no nos limiten nuestras actuaciones en la sociedad y que sí que se impulsen las del resto”, explica. La reforma asegura, debe venir desde un sentido laico positivo, “valorando lo que a cada persona le aporta el papel de la religión de manera individual y no acabando con cualquier manifestación religiosa”.

Todos ellos defienden una igualdad de las distintas confesiones religiosas desde el respeto para favorecer la convivencia y evitar los problemas entre ellos. Si bien, el Gobierno tendrá que hilar fino porque es evidente que, mientras los que menos derechos tienen piden más, la que siempre ha estado al frente, la Iglesia Católica, pide no perder su lugar y ésto, como aseguran las fuentes, sí que podría generar desencuentros en la convivencia religiosa.


PUNTO DE ATENCIÓN


Medidas contra el rechazo a la diversidad religiosa


Entre los días tres y cuatro de mayo un grupo de 150 expertos a nivel internacional se dieron cita en Córdoba en una reunión de alto nivel para tratar el tema de la libertad religiosa en las sociedades democráticas como uno de los puntos previos a la reforma de la Ley de Libertad Religiosa y uno de los compromisos de la Alianza de Civilizaciones en el marco de la presidencia española de la UE. Aunque entre las intenciones se encuentra la de hacer compatibles las libertades de las distintas confesiones, el propio secretario de Estado para la UE, Diego López, ya se ha manifestado en contra de regular de forma específica el uso del velo en la Unión Europea.

En lo que sí se han mostrado favorables es en el hecho de que las distintas administraciones y reformas legales deben incluir acciones encaminadas a profundizar lo que las distintas confesiones religiosas tienen en común y en tener un mayor conocimiento de la realidad. Es decir, y tal y como también defienden los fieles de las distintas confesiones con presencia en Córdoba, apostar por la información para contrarrestar la desconfianza que en muchos ciudadanos genera la diversidad religiosa.



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Pablo Neruda (ODA AL TIEMPO)

Dentro de ti tu edad
creciendo
dentro de mí mi edad
andando.
El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada
y junto a las castañas
quemadas de tus ojos
una brizna, la huella
de un minúsculo río,
una estrellita seca
ascendiendo a tu boca.
Sube el tiempo
sus hilos
a tu pelo,
pero en mi corazón
como una madreselva
es tu fragancia,
viviente como el fuego.
Es bello
como lo que vivimos
envejecer viviendo.
Cada día
fue piedra transparente,
cada noche
para nosotros fue una rosa negra,
y este surco en tu rostro o en el mío
son piedra o flor,
recuerdo de un relámpago.
Mis ojos se han gastado en tu hermosura,
pero tú eres mis ojos.
Yo fatigué tal verz vajos mis besos
tu pecho duplicado,
pero todos han visto en mi alegría
tu resplandor secreto.
Amor, qué importa
que el tiempo
el mismo que elevó como dos llamas
o espigas paralelas
mi cuerpo y tu dulzura,
mañana los mantenga
o los desgrane
y con sus mismos dedos invisibles
borre la identidad que nos separa
dándonos la victoria
de un solo ser final bajo la tierra.

Sara de Ibáñez (NO PUEDO)

No puedo cerrar mis puertas
ni clausurar mis ventanas:
he de salir al camino
donde el mundo gira y clama,
he de salir al camino
a ver la muerte que pasa.

He de salir a mirar
cómo crece y se derrama
sobre el planeta encogido
la desatinada raza
que quiebra su fuente y luego
llora la ausencia del agua.

He de salir a esperar
el turbión de las palabras
que sobre la tierra cruza
y en flor los cantos arrasa,
he de salir a escuchar
el fuego entre nieve y zarza.

No puedo cerrar las puertas
ni clausurar las ventanas,
el laúd en las rodillas
y de esfinges rodeada,
puliendo azules respuestas
a sus preguntas en llamas.

Mucha sangre está corriendo
de las heridas cerradas,
mucha sangre está corriendo
por el ayer y el mañana,
y un gran ruido de torrente
viene a golpear en el alba.

Salgo al camino y escucho,
salgo a ver la luz turbada;
un cruel resuello de ahogado
sobre las bocas estalla,
y contra el cielo impasible
se pierde en nubes de escarcha.

Ni en el fondo de la noche
se detiene la ola amarga,
llena de niños que suben
con la sonrisa cortada,
ni en el fondo de la noche
queda una paloma en calma.

No puedo cerrar mis puertas
ni clausurar mis ventanas.
A mi diestra mano el sueño
mueve una iracunda espada
y echa rodando a mis pies
una rosa mutilada.

Tengo los brazos caídos
convicta de sombra y nada;
un olvidado perfume
muerde mis manos extrañas,
pero no puedo cerrar
las puertas y las ventanas,
y he de salir al camino
a ver la muerte que pasa.

SIN TITULO


El caos de la sinrazón
Es la fuerza de la razón
Que mueve la piedra del molino,
Del lento atenazar
De las voces que viven atrapadas
Entre cuatro paredes acolchadas
Y suman sus escupitajos
De agrestes palabras
A la noche permanente
De los espacios vacíos
Que se mueven con giros concéntricos
A ras del agua
Que circula desde el alma al corazón
.

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sábado, 8 de mayo de 2010

LA VOZ DE LOS TONTITOS

OPINIÓN | 24

Independiente semanario de los tontitos de Córdoba

“Todo parecido con la realidad es pura coincidencia”

Exclusiva de la semana

Ir a la feria será obligatorio

Un soplo sobre una visita sorpresa del comité de evaluación de la capitalidad cultural ha llevado a Capitulares a exigir por carta a los vecinos de Córdoba que acudan un “mínimo de tres veces” a El Arenal durante la Feria para causar una “buena impresión”

La voz de los tontitos
opinion@lacalledecordoba.com

La política del Panem et circenses ha llegado a su máxima expresión. Según ha podido saber el Semanario, un chivatazo llegado desde Bruselas al área de Ferias y Festejos del Ayuntamiento, vía Ministerio de Asuntos Exteriores, la comisión de evaluación de la capitalidad cultural para el año 2016 va a realizar una visita sorpresa a la ciudad coincidiendo con la celebración de la Feria de Nuestra Señora de la Salud.

El motivo de dicha visita, según ha llegado a oídos del alcalde, es la de evaluar el grado de participación de los habitantes de la ciudad en las manifestaciones culturales, de manera que, ni corto ni perezoso, a forzado al Pleno municipal a aprobar un acuerdo por el cual se exige a los vecinos de Córdoba que participen activa y obligatoriamente de la fiesta “al menos en tres ocasiones”.

Para tal fin, Capitulares ha redactado una carta, –a la que ha tenido acceso este periódico, y que comenzará a remitirse a los hogares de los cordobeses a lo largo de esta semana– en la que se explica que “no podemos dejar de lado la responsabilidad ciudadana que tenemos de causar una grata impresión”, de manera que “cada ciudadano con edad comprendida entre los 14 y los 65 años tendrá que acreditar su presencia en la feria al menos tres veces entre los próximos 21 y 30 de mayo, a fin de garantizarnos que El Arenal presente un aspecto espléndido a lo largo de todas las jornadas de Feria”.

La misiva, cuya anverso se reproduce en la imagen, está redactada en tono amable y termina con los deseos de la corporación de “paz, armonía y diversión”, aunque por el reverso adopta un tono diferente y explica las sanciones a “trabajos forzados” que conllevará el incumplimiento del edicto, tales como el desmontaje de las casetas, e incluso el de “limpiar las calles de la judería de las defecaciones de los caballos en pleno mes de agosto entre las 15 y las 16 horas”.

También explica que cada ciudadano tendrá la obligación de “acreditar” su presencia en el día y hora fijados por un sistema informático de selección de indumentaria y horario por orden alfabético, mediante la remisión de fotografías en soporte digital al área de Ferias y Festejos en las dos horas inmediatamente posteriores al turno asignado. Si bien, el listado definitivo de turnos no se ha aprobado todavía desde que comprobaron los fallos del mismo, ya que, caprichosamente habían vestido de faralaes al alcalde, Andrés Ocaña y al Teniente de Alcalde de Urbanismo, Francisco Tejada, le obligaba a permanecer en el recinto entre las tres y las seis de la madrugada del lunes vestido de lunares, lo cual no era de su agrado.

SUPERHÉROES DE BARRIO

JOVEN CULTURAS | 17


Otro futuro es posible en medio de la violencia, el paro y las drogas

Celedonio, Antonio Manuel y Esther, tres mediadores de Las Palmeras, son ejemplo de la superación. Cada día luchan por sus objetivos en un entorno hostil donde ya son un ejemplo para los jóvenes que les rodean

Sara Arguijo Escalante
s.arguijo@lacalledecordoba.com

El Colegio Duque de Rivas está pintado de un blanco y verde ya descolorido y rodeado de un descampado enorme que hace que dé la impresión de que el edificio surge de la nada. Al llegar a la puerta de entrada un niño se sube en un pupitre y con una pistola de plástico dispara a través de la ventana mientras sus compañeros ríen. Probablemente, si esta escena pasase en cualquier otra zona de la ciudad se entendería como un simple juego infantil, pero desgraciadamente aquí, en Las Palmeras, la anécdota cobra otro sentido.
En este barrio, donde la tasa de paro duplica la de otros, donde la droga campa a sus anchas y donde los jóvenes tienen la sensación de que su destino está marcado por las circunstancias, la violencia forma parte del lenguaje de la calle y es, en muchos casos, la única herramienta que conocen para resolver los conflictos que presencian día a día.
Se puede decir que en estas calles como en otras del Sector Sur, Las Moreras o el Polígono Gualquivir, donde no llegan los taxis, ni los servicios de limpieza, ni tampoco las oportunidades, reina la ley del más fuerte y a quienes nacen en ellas casi no les queda más remedio que estar siempre a la defensiva e instalarse en la más absoluta desconfianza.
Por eso, merece más atención si cabe que Celedonio Campos, de 18 años, Antonio Manuel de 17 y Esther Casas de 22, no sólo sean tres adolescentes sanos, inquietos y trabajadores sino que además se impliquen por cambiar aquello que no les gusta de lo que les rodea. Y, por eso además, tampoco extraña que se hayan convertido para los más pequeños en una especie de superhéroes de barrio. “Es increíble pero aquí ser gitano y tener un trabajo, además como mediador, es algo muy raro y, al principio todo el mundo me preguntaba sorprendido, como si fuera un abogado”, relata Celedonio.
Es decir, estos tres jóvenes mediadores sociales son la prueba más evidente de que, pese a tener todo en contra, con esfuerzo se pueden conseguir los objetivos y, por eso, sirven de ejemplo para otros chicos que empiezan a tener a su alrededor otros referentes. “Al vernos se plantean que si nosotros hemos podido ellos también pueden y, al menos lo intentan; porque al final uno termina reproduciendo lo que hay en su entorno”, explica Antonio Manuel.

La importancia de intervenir

Claro que, como reconocen los tres, lo que son ahora y el haber adquirido los recursos necesarios para alejarse de lo que no les conviene, y sin embargo tienen tan cerca, se lo deben a Mamen Casas. Ella es la psicóloga de ADSAM (Asociación para la Defensa Social de Adolescentes y Menores) que desde hace ya más de dos décadas se encarga de llevar a cabo en el Distrito Poniente Norte-Noroeste el proyecto Eh! Vida, un programa de formación en habilidades sociales y personales y prevención de la drogadicción que el Ayuntamiento de Córdoba desarrolla también en el Distrito Sur y Fuensanta-Centro.
Concretamente, Casas trabaja todos los viernes y sábados con un grupo de más de treinta chicos de entre 10 y 15 años a los que a través de talleres, actividades y alternativas de ocio sano trata de enseñar que existe otra realidad más allá de lo que ellos conocen. “Son niños que generalmente no tienen normas y tratan de resolverlo todo con agresividad; son muy impulsivos y están acostumbrados a hacer lo que ellos quieren. Es llamativo que no se miran a los ojos, son desconfiados y cuesta ganárselos porque no están acostumbrados a que los escuchen y muchos tienen una enorme carencia afectiva”, explica la psicóloga.

No obstante, se supone que el objetivo principal de la iniciativa es retrasar la edad de inicio de cualquier tipo de drogas y, sobre todo, inculcarles valores que les puedan servir para desenvolverse frente a las no pocas dificultades que tienen estos adolescentes en su entorno. Pero la realidad es que los efectos del programa se perciben mucho más si se habla con cualquiera de los tres protagonistas que, aunque hace tiempo que dejaron el grupo, son los que ahora se encargan de transmitir todo lo que han aprendido entre los jóvenes de su propio barrio. De hecho, todos han participado en el curso de mediadores que se ha celebrado los días 19 y 20 de febrero en Cerro Muriano y ahora sus perspectivas de futuro pasan por estudiar un grado superior que les permita ayudar a otros chicos, algo que Celedonio ya hace gracias al trabajo que desempeña en ADSAM – “consigue las cosas por pesado”, bromea Casas–.

Un entorno complicado

Concretamente, todos tienen claro que lo primero frente a lo que hay que luchar es la droga, ya que es la principal problemática del barrio porque, como apunta Esther, “aquí no relacionarse con nadie que fume o que consuma significa ser de las tontas”, afirma. Es decir, en un barrio como este, según admiten, es mucho más difícil decir “no” porque la droga forma parte de lo que les rodea y está por todos lados.

Luego, son conscientes también que el índice de peleas está por encima de la media y, de forma gráfica, explican que “si en un colegio normal le dices a los niños que hagan una fila en un minuto los tienes a todos como militares, mientras que aquí se ponen en fila pero para pegarse”, apunta Antonio Manuel. Si encima a esta violencia que aprenden desde que nacen se le suma el que, como cuenta Campos, “no tienen alternativas”, el resultado es el peor que puedan imaginarse. “Se crían en lo que ven porque faltan modelos de gente sana, que medie y arregle las cosas de otra forma”, comentan las fuentes.

Aprender y abrir la mente

Aún así, estos tres chicos, como muchos otros, se niegan a dar la guerra por perdida. Son concientes de que ellos no hubiesen sido los mismos si no hubieran participado en el grupo de Mamen y esto les anima a confiar en que esta huella se irá quedando en muchos otros, hasta el punto de que a día de hoy “estar en HV –como llaman al programa– es algo que se hereda entre los hermanos”.

Todo porque tienen claro que a pesar de que lo primero que atrae a los chavales a apuntarse es tener la posibilidad de ir gratis a las salidas que tienen todos los sábados y en la que hacen cosas –comer en un restaurante, excursiones a la playa, ver una película en el cine...– que algunos de los niños experimentan por pimera vez, lo cierto es que echando la vista atrás saben que han aprendido desde lo más básico, como es saber las consecuencias de las drogas, hasta aspectos mucho más importantes, como “contar hasta diez, controlar los impulsos y resolver las cosas hablando”, afirma Antonio; “mirar a los ojos y confiar más en la gente”, dice Celedonio; “o pedir perdón incluso aunque no sea yo la culpable”, añade Esther.

Y es que si en algo coinciden estos jóvenes es que actualmente son capaces de tener otra visión de la vida, están más abiertos a cosas nuevas, son más tolerantes y piensan que se puede salir adelante siendo buenas personas, cosa que en estas zonas ya es mucho porque –dicen todos– “aquí la gente es excesivamente cerrada” (y para que esta afirmación no quede como una frase hecha cuentan que hay para quienes salir del barrio e ir al centro de Córdoba es ya una proeza).

En otras palabras, en general, la juventud que vive en estas zonas tiene una actitud apática frente a la vida. Para los mediadores, la falta de alternativas atractivas hace que pasen demasiado tiempo en la calle, “sin hacer nada y sin entretenerse de ninguna manera”, lo que lleva a que entren en un círculo vicioso en el que reproducen las conductas y patrones que ven en los mayores, de ahí que no tengan interés por estudiar, trabajar o buscarse la vida. Así, Celedonio critica que mucha gente de su edad se queje de sus vidas pero no hagan nada por cambiarla y tiene claro que “si trabajaran seguramente no estarían hasta las cuatro de la mañana en la calle porque se tendrían que levantar a las siete de la mañana”.

Por eso, de alguna manera, estos tres jóvenes son, como destaca la psicóloga, el mejor ejemplo de que intervenir en las zonas de exclusión social tiene su sentido, de que las cosas pueden cambiar y de que todo el mundo puede decidir su futuro. “Sólo por eso, merece la pena intentarlo”, concluye Casas.

PUNTO DE ATENCIÓN

“Yo soy yo y mis circunstancias”

Celedonio, Antonio Manuel y Esther son tres ejemplos de que, pese a tener todo en contra, cuando se persigue un objetivo, se consigue. Sin embargo, tal y como ellos mismos cuentan, lograrlo les cuesta el doble que a otro joven de su edad porque, en el fondo, como decía el filósofo Ortega y Gasset yo soy yo y mis circunstancias.

Por eso, tienen que enfrentarse a diario a que les pongan etiquetas sólo por nacer en un barrio determinado. En este sentido, se quejan por ejemplo, de que “se nos meta a todos en el mismo saco” y se den casos de empresarios que con sólo ver la dirección en la que viven en el currículo ya no quieren contar con ellos, aunque como matiza Esther, “el problema lo tienen quienes no cogen el currículum, no nosotros”. Además, como explica Antonio Manuel, hay que tener en cuenta que el contexto socio-económico les condiciona bastante. “Criarte aquí es muy distinto. Aquí nadie tiene padres profesores o abogados, somos familias humildes y, en muchos casos, no se pueden permitir económicamente el que sus hijos sigan estudiando”, mantienen. Del mismo modo, son familias grandes con muchos niños de edades similares y esto hace que, en ocasiones, no se les preste la atención debida, como apunta Mamen Casas, que cree que esta puede ser la causa de que luego les cueste expresarse y confiar en los demás.

Eso sí, si pudiesen elegir ninguno cambiaría el lugar donde han nacido. “Estos barrios son una escuela, y sin consigues no caer en lo malo, es una experiencia que te va a servir de por vida”, sostiene Celedonio que incluso opina que jóvenes de otros barrios pueden ser más frágiles por estar menos preparados para enfrentarse a lo que les rodea. Claro que puestos a cambiar, pedirían “que se acabe el problema de las drogas, que haya más salidas profesionales, más programas, más formación... que no siguiera todo igual”, apuntan.



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jueves, 6 de mayo de 2010

EMILIA PARDO BAZAN (MADRUGUEIRO)

Llamaban así en Baizás al cohetero, por su viveza de genio característica, por aquel adelantarse a todo que unas veces degeneraba en precipitación peligrosa, en su arriesgado oficio, y otras, le había traído suerte, adelanto. En la pila le habían puesto Manuel, y era toda su familia una hijastra, Micaela, lunática, histérica, leve como una paja trigal, de anchos y negrísimos ojos escudriñadores, y que tenía fama de bruja y zahorí. Infundía en la aldea miedo, porque se suponía que adivinaba hasta las intenciones, y que sólo ella podría decir quién era el autor de tal oculto robo, de tal misteriosa muerte y qué mujer de la parroquia abría, por las noches, la cancela de su casa a un mocetón, mientras el marido estaba allí en las Indias.

Además, descollaba Micaeliña en aplicar los evangelios, cosidos en una bolsita de tela roja, a la testuz de las vacas y ternerillos, previniéndolos contra el aojamiento y la envidia, y sabía de las encantaciones del famoso libro de San Cipriano, encontrado entre otros muy ratonados, en una alacea vieja, en casa del cohetero. El oficio de este se rozaba con la química elemental, que tenía sus ribetes de alquimia, y por tal camino se acercaba a la magia. El único escéptico que había en Baizás, respecto a las artes de Micaeliña, era su padrastro...
-A fe de Manoel, que un día agarro un palo de tojo y le saco del cuerpo las meiguerias.
Entre sus desvaríos, solía afirmar la moza que o poco había de vivir, o moriría rica..., ¡más rica que la mayorazga de Bouzas! Como que encontraría, bajo la corteza e la sierra, en los huecos de las paredes so las vigas carcomidas de algún antiguo edificio, un tesoro, y, con las fórmulas de encantamiento que estudiaba un día tras otro, lo descubriría, lo haría suyo, se bañaría en oro, a oleadas.

Un día se supo en la parroquia que acababa de morir, súbitamente, el cura. Una hemoptisis fulminante se le llevó, y la misma enfermedad había dado cabo, tres o cuatro años antes, del hermano del párroco, que desde Montevideo, vino a reponer sus fuerzas y a descansar de una vida de ímproba labor. Micaeliña solía ayudar en las faenas del menaje a la vieja Angustias, ama del sacerdote. Una idea tenaz la impulsaba a prestar estos servicios desinteresadamente, y con asiduo celo. Aprovechando todas las ocasiones, la bruja moza registraba sin cesar la casa, a pretexto de asearla y barrerla. El desván, sobre todo, era objeto de sus predilecciones. En él se guardaban los tres baúles que trajo el indiano, de cuero de buey, con cantoneras de latón. Dos estaban vacíos, abiertos. El otro, con la llave puesta, sólo guardaba papeles, cuentas comerciales, periódicos viejos, botas, una bufanda... La moza no cesaba de percudar, esperando siempre el indicio. Y un día, como pasase su mano por el fondo de uno de los baúles, en un ángulo, sus uñas arrastraron un objeto menudo, circular... Lo miró a la escasa luz que entraba por la claraboya. Sus pupilas destellaron. Era una monedita de oro, una doblilla menuda, donde brillaba la grave faz paternal del pelucón Carlos III.

Ya no cabía dudar.¡En esos baúles había venido la fortuna del indiano!
Con husmear de gata fina; con sigilo de vulpeja cazadora; con maña de ratoncillo que busca la entrada de una despensa, empezó Micaela a investigar. Angustias, interrogada capciosamente, fue soltando retazos de lo probable, mezclados con mil fábulas. Sí, ya estaba ella enterada de que en la aldea eran unos mentirosos; creían que el hermano del señor cura venía relleno de onzas... Y pensaban que toda esa riqueza la había escondido el párroco debajo del altar mayor... ¡Invencionistas del demonio, que armaban un cuento en el aro de una peneira...!
En su casa, mientras Manuel envolvía en sucias cartas de baraja la cabeza de los cohetes, sacaba Micaela la conversación del tesoro del párroco. ¿Sería verdad que estuviese escondido en la iglesia? El cohetero reía. ¡Buenas noches y gordas! El indiano traería... ¡a ver!, unas cuantas pesetas roñosas; justamente había muerto de privaciones, de la miseria que pasó allá en Montevideo.

La muchacha agachaba la cabeza y apretaba contra el pecho la monedita de oro, que llevaba colgada del cuello, en un saco. Dos o tres veces tuvo al borde de los labios la súplica; "Señor pa, aúdeme a buscare el tesoro". Un inexplicable recelo la contuvo. Notaba en su padrastro algo de singular. Andaba como agitado, como fuera de sí. Para adquirir, según decía, los elementos del fuego artificial que había de arder el día de la fiesta del Patrón, hacía salidas frecuentes, viajes a Compostela, que duraban días. Y Micaela se quedaba sola frente al problema: averiguar dónde se ocultaba una riqueza de cuya existencia no le quedaba ni la menor duda, pero cuyo paradero sólo Dios... Porque en la casa del cura no estaba el tesoro. Y en el altar mayor...¡Imposible! Otro era el escondrijo. ¿Cuál? Una hermosa noche de plenilunio, la bruja resolvió apelar a los encantos. Recitaba la fórmula del libro y, provista de una varita de avellano, salió de su casa, encaminándose a la del cura. No corría ni un soplo de viento: las madreselvas de los zarzales esparcían fragancia deliciosa y pura; a lo lejos, los canes lanzaban su triste ¡ouuu!, y la queja de un carro estridulaba muy distante también, como una despedida. Micaela desató el pañuelo, cuyas puntas le cruzaban la frente, y desenvolviéndolo, lo ató sobre los ojos, mientras con fuerza nerviosa apretaba la varita. Un temblor convulsivo agitaba su cuerpo. A ciegas, creía sentir mejor la corriente de esa extraña inspiración que se resuelve en adivinanza. No era ella la que avanzaba: era una virtud desconocida la que la impulsaba hacia un lado o hacia otro. Por allí se iba a la casa del cura y a la iglesia... ¿Adónde la guiaría la varita, que se estremecía entre sus dedos?

Impulsaba por aquel temblor de la varita, andaba Micaela sin ver..., tropezando en los conocidos senderos. Sus pies, al fin, se hundieron en la tierra blanda de un huerto y por poco dan contra un muro... Alzó el pañuelo que le cubría los ojos, y reconoció dónde estaba. Ante ella alzábase el abandonado palomar del cura. Era una especie de torrecilla redonda, pequeña, cuyo tejado caía en ruina. La puerta, medio desvencijada, aparecía abierta de par en par. La moza, derechamente, se fue hacia el interior, donde penetraba la clara plata de la noche. Un instinto le decía que era allí, y no en otra parte, donde había que buscar la riqueza del indiano... Sus asombrados ojos miraban con ansia, recorrían el recinto, confusamente tapizado de viejos plumajes y de telarañas... A pique estuvo de hocicar en un hoyo, no pequeño, recién abierto, al borde del cual un objeto oscuro yacía caído. Micaeliña, miraba, fascinada, el agujero, la tierra de fresco removida, todas las señales de haber sido allí destripado y violado un secreto, su secreto. Otro se había adelantado, otro había recogido el oro... Y no pudo la muchacha dudar ni un instante de quien fuese el ladrón; allí estaba el testimonio acusador, la rota y deformada caperuza de su padrastro.

Uno de los ataques nerviosos de que era acometida, atacó a la moza, haciéndola retorcerse y lanzar gritos y arrojar espuma, y, por último, provocando una crisis de lágrimas.
¡Aquel malvado! Aquel oro, en que ella fundaba sus esperanzas de otra vida diferente, hermosa, colmada, se lo llevaba el tunante, que ya le había robado, años antes, el amor de la madre, y acaso matándola a disgustos y a celos.
La crisis cesó. La bruja se alzó, quebrantada, dolorida, y esta vez sin venda en los ojos, con paso de autómata, zumbándole los oídos y sintiendo un raro deseo de morder alguna cosa, se encaminó a su casuca. En el umbral de la puerta vio ya a Madrugueiro despabilado y alerta. Reía con risa maliciosa e irónica, que se convirtió en carcajada cuando Micaela le metió casi por el rostro la caperuza perdida.
A las injurias, a los dicterios de la muchacha, el cohetero sólo respondía:
-Madrugaras, filla, madrugaras... Quien no madruga, no llega a la misa..., ¡je! Y dejáraste de meigallos y de encantaciones. La encantación es llegare antes y tenere el ojo abierto. Anda y tira al fuego las meiguerias y la uña de la Gran Bestia. A té acostar... Paciencia y dormire.
-No se ría tanto- rezongaba ella sombríamente -.Mire que le puede salir cara la risa.

A partir de ese momento, la incertidumbre envuelve el episodio... La aldea de Baizás sólo pudo saber que poco antes de la salida del sol un ruido espantoso estremeció las pocas casas de la aldea, la misma iglesia, que pareció bambolearse. La morada del cohetero acababa de saltar, como castaña en hoguera. Al discurrir sobre las causas del caso atroz, opinaron los mejor enterados que Madrugueiro tenía preparado el fuego de la fiesta patronal y por descuido dejaría caer un ascua del fogón sobre tanta pólvora. Se encontró su cuerpo carbonizado, no lejos de Micaela. Y sólo un año después se averiguó que el cohetero era rico. Un sobrino descubrió los caudales, depositados en seguro en Compostela.