jueves, 14 de enero de 2010

FRONTERA

Lo quise y puse todo en tu frontera,
trazo de hiel que hallé al azar un día.
Reino de mi abrojal, ¿quién no se hacía
propicia presa de tu airada hoguera?

Cuervos que encaramándose a la fiera
de impuro seno amamantaron cría.
¡Como si el corazón no fuera el guía
de la ceguera! Oh trampas de ramera,

menos sumisa cuanto más lasciva.
Vine a tu inmundo harapo y fui cogido.
Quise arrostrar la soga y la cadena

tras la muralla de tu entraña esquiva.
Quise y no supe. Pero te he querido.
Canta en mi sangre un llanto de azucena.

Vicente Nuñez

BAILAORA

Su brazo trazó en el aire
una estela de misterios
y sus plantas palpitaron
quebrantando los silencios.

Luego se abrieron sus ojos
como lagos bajo el cielo
y esperó que de él bajara
un rutilante lucero.

Pero el brillo estaba ya
arrebujado en su cuerpo
y encendiendo sus mejillas
de un albo casi perfecto.

Agil sonó la guitarra,
con arrullos palomeros
que encabritaron sus carnes
y despeinaron su pelo.

Un casamiento de palmas
con roncas voces de aliento
hicieron correr su sangre
desde los pies hasta el cuello.

Crepitó la lumbre oculta
bajo sus ropas de yelo.
Clamores de llamaradas
dieron contorno a su cuerpo.

Fue cadencia y luego gracia,
fue tormenta y luego verso,
fue lujuria derretida
en arrebato poseso.

Inflamada por la danza,
se quemó todo su cuerpo.
Voz y guitarra callaron
oprimidas por el miedo.

Cuando el fuego se apagó
y todo quedó en silencio,
cuatro guitarras de plata
purificaron su cuerpo.


Juan Velasco
1993 (extraido del libro "Cuando gemido me siento")

libro publicado por la Excma. Diputación Provincial de Córdoba

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