lunes, 16 de mayo de 2011

GREGERÍAS

Como daba besos lentos duraban más sus amores.


Donde el tiempo esta más unido al polvo es en las bibliotecas.


A veces un beso no es más que chewing gun compartido.

Si vais a la felicidad llevad sombrilla.


Cuando se vierte un vaso de agua en la mesa se apaga la cólera de la conversación.


Por los ojos del caballo se asoma la noche al día.


el reloj es una bomba de tiempo, de más o menos tiempo.


Cuando una mujer te plancha la solapa con la mano ya estás perdido.


Trueno: caída de un baúl por las escaleras del cielo.


El hielo se ahoga en el agua.


La morcilla es un chorizo lúgubre.


Al caer la estrella se le corre un punto a la media de la noche.


Los ladrillos saben esperar.


Los tornillos son clavos peinados con la raya al medio.


Las alpargatas tempraneras pasan dando bofetadas al suelo.


En la manera de matar la colilla contra el cenicero se reconoce a la mujer cruel.


El arcoiris es la cinta que se pone la naturaleza después de haberse lavado la cabeza.


Tocaba las llaves que llevaba en el bolsillo para llegar más pronto a su casa.


Todos los pájaros son mancos.


En cuanto se abre la rosa comienza a dictar testamento.


Las flores que no huelen son flores mudas.


Hay matrimonios que se dan la espalda mientras duermen para que el uno no le robe al otro los sueños ideales.


Al calvo le sirve el peine para hacerse cosquillas paralelas.


El perchero está enojado porque no lo sacamos de paseo.


Después del eclipse, la luna se lava la cara para quitarse el tizne.


Hay quien se reserva para dar limosna a los pobres que haya a la puerta del cielo.


Un papel en el viento es como un pájaro herido de muerte.


El reloj no existe en la horas felices.

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

TRASPIE ENTRE DOS ESTRELLAS


Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera
tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;
el modo, arriba;
no me busques, la muela del olvido,
parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus palabras!


Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen
y suben por su muerte de hora en hora
y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el suelo.
¡Ay de tánto!, ¡ay de tan poco!, ¡ay de ellas!
¡Ay en mi cuarto, oyéndolas con lentes!
¡Ay en mi tórax, cuándo compran trajes!
¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!


¡Amadas sean las orejas sánchez,
amadas las personas que se sientan,
amado, el desconocido y su señora.
el prójimo con mangas, cuello y ojos!


¡Amado sea aquel que tiene chinches,
el que lleva zapato roto bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
el que se coge un dedo en una puerta,
el que no tiene cumpleaños,
el que perdió su sombra en un incendio,
el animal, el que parece un loro,
el que parece un hombre, el pobre rico,
el puro miserable, el pobre pobre!


¡Amado sea
el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con que saciar toda su sed,


¡Amado sea el que trabaja al día, al mes, a la hora,
el que suda de pena o de vergüenza,
aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,
el que paga con lo que le falta,
el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su niñez; amado sea
el calvo sin sombrero,
el justo sin espinas,
el ladrón sin rosas,
el que llevó reloj y ha visto a Dios,
el que tiene un honor y no fallece!


¡Amado sea el niño, que cae y aún llora
y el hombre que ha caído y ya no llora!


¡Ay de tánto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellos!


CESAR VALLEJO