martes, 16 de junio de 2015

LA LAGUNA DE VACARAS (LEYENDA POPULAR )





Así llaman a un pequeño y profundo lago que entre las alturas abruptas de Sierra Nevada ofrece al sol el límpido espejo de sus aguas. Muy de cerca de él se alza el ingente pico de la Veleta. Y en torno al lago y al monte la imaginación popular ha tejido sus leyendas.
En cierta ocasión, un pastor condujo su rebaño por los riscos y fragosidades hasta las elevadas orillas de la laguna de Vacaras, cuando he aquí que vio a dos hombres que se acercaban hacia donde él estaba. Iban extrañamente ataviados, y uno de ellos llevaba en las manos un libro abierto, mientras el otro sostenía una hermosa red de pescador.
Se detuvieron a corta distancia del pastor y el primero de ellos, inclinando su vista sobre las páginas del libro, leyó unos momentos y dijo a su compañero:
-Echa la red.
 La red se hundió en las aguas del lago y al momento la sintieron cargada. Tiraron con vigor hacia la superficie y sacaron un caballo negro. Y el del libro, con desdeñoso semblante, exclamó:
-No, no es éste; echemos de nuevo la red.
Y la echaron, y a los pocos instantes vieron salir un caballo variegado.
-Tampoco, tampoco es éste- dijo con impaciencia el lector-; probemos una vez más. Echa la red.
Un caballo blanco apareció sobre el agua tranquila.
-Basta: éste es- murmuró el del libro.
Nada respondió su compañero. Y ambos, subiendo sobre la blanca montura nacida del lago, partieron en silencio.
El pastor contemplaba la asombrosa escena. Los vio marchar y nunca volvió a saber más de ellos.
No falta leyenda que asegure que del lago tranquilo y apacible saldrá un día del monte e, irrumpiendo feroz e inclemente, anegará la ciudad. Y, Granada y su vega desaparecerán bajo el turbión. Esto es tan cierto, que una noche un pastor que estaba sentado junto al lago, oyó una voz que interrogaba, amenazadora:
-¿Quieres que rompa el dique? Dime que sí e inundaré Granada.
Y otra voz, grave y piadosa, respondía:
-Todavía no, todavía no.
Otra vez fue un fraile el que, estando sentado a la orilla del lago, se vio sorprendido por la ingrata presencia del diablo, que merodeaba por aquellos lugares en busca de almas a quienes tentar.
El viajero que abandone las inmediaciones de la laguna de Vacaras y prosiga su ascensión hacia el pico de la Veleta, podrá ver en l cima de esta magnífica altura unos ruinosos y pétreos restos que son, probablemente, las reliquias de una antigua torre que daría nombre al pico.



La leyenda opina de otro modo respecto del origen de estas ruinas que coronan el monte:
Hubo en lejanos tiempos, en Granada, un moro tan sabio como viejo, que agrupaba junto a sí a numerosos servidores y discípulos. Un buen día tomó a sus hombres y subió al picacho. Y habitaron en los edificios que remataban la cima.
Al cumplirse los siete años y un día, el viejo árabe miró hacia el mar lejano, y de él parecía levantarse, tenue y perezosa, una nubecilla casi del tamaño de la mano de un hombre. Se elevaba sutil, como un jirón de gasa. El viejo sabio la contempló y llamando a los suyos, les dijo:
-La tempestad se aproxima. Marchemos, pues, de aquí hijos míos.
Todos le obedecieron, bajando presurosos por las escarpadas laderas. Y en la cima se desencadenó la furia incontrastable de la tempestad, y los maravillosos edificios sucumbieron al furor ciego de los elementos.

FUENTE: Leyendas Populares y Literarias de Andalucía (Antonio Avilés Ramos)


jueves, 11 de junio de 2015

EMITOLOGIAS



Inserto en el blog algunas de las expresiones curiosas que hemos escuchado durante toda la vida y sin embargo en multitud de ocasiones no sabemos ni su origen, ni su significado.
Al final de la entrada pongo la fuente de donde se han tomado las expresiones por si alguien quiere continuar descubriendo algunas nuevas.

cuarentademayo

“HASTA EL CUARENTA DE MAYO NO TE QUITES EL SAYO”


Esta es una expresión que erróneamente se ha considerado hacía referencia a una fecha (en torno al 10 de junio) cuando en realidad se trataba de un lugar. El “40 de mayo” era el último de una larga fila de burdeles en una de las calles del Madrid del siglo XVII (se piensa que pueda ser la actual Montera). Por lo que parece el “40 de mayo” era el de mejor fama por la belleza de sus mujeres, por lo que la expresión “hasta el 40 de mayo no te quites el sayo” era una forma de advertir sobre todo a los forasteros que no tenían que pararse en los primeros de la calle sino llegar hasta el final, donde ya podían quitarse el sayo (la ropa).
liarse la manta a la cabeza


“LIARSE LA MANTA A LA CABEZA”


Expresión acuñada durante la batalla de Cuarte en el 1094. La ciudad, que había sido prácticamente sitiada por los almorávides, contaba con la espléndida defensa de Rodrigo Díaz de Vivar. El Cid, que sabía que la ciudad no podría resistir mucho más el asedio, decidió que sólo había una solución, que era la de un ataque inesperado a las tropas acampadas a las puertas de la ciudad. Para ganar tiempo decidió tender una emboscada al enemigo: durante una noche de espesa niebla mientras al norte un pequeño destacamento tenía por misión lanzar un breve y mínimo ataque, el Cid saldría con el grueso del ejército por el sur vestidos de almorávides. Aunque era probable que la artimaña funcionara por la poca visibilidad, no dejaba de ser una misión tan desesperada como arriesgada, por lo que el Cid convocó a sus hombres y les dijo: “Al alba vedremos si la astutia de la nocte nos asistiere: liguémonos los mantos a la testa como si turbantes fueren e ataquemos sin mirar tras nos”. Aunque la batalla se venció las bajas fueron numerosas, por lo que la expresión comenzó a utilizarse como sinónimo de un acto aventado e irreflexivo.

a la remanguille

“A LA REMANGUILLÉ”

Hacer algo “a la remanguillé” es, como casi todo el mundo sabe, hacer algo de espaldas, como queriendo adornarse con un gesto inútil. Algo que normalmente acaba mal. Como el protagonista del origen de esta expresión, Mangugliè du Soissons. Tras la muerte de Guillermo II, rey normando en Sicilia, se crea una vacío de poder que se cubre en principio con la regencia de su tía Costanza. Sin embargo, una parte del ejército francés no ve con buenos ojos esta regencia y decide elegir otro rey por su cuenta, concretamente a Mangugliè, primo lejano de Guillermo II y el general con mayor carisma entre la tropa. No tardó Manguglié en presentar batalla a Costanza y a su marido, Enrique VI Hohenstaufen. En la batalla de Trapani, Mangugliè planteó una táctica que no sólo se demostró ineficaz, sino que además le hizo pasar a la historia dando origen a la expresión. Manguigliè decidió tender una emboscada al ejército germano a las afueras de Trapani, mandando al frente una pequeña parte de sus tropas para después atacar con el grueso de la caballería por la espalda de los hombres de Enrique VI. La táctica fue un completo fracaso ya que las tropas que salieron al encuentro de los germanos fueron aniquiladas en poquísimo tiempo, por lo que cuando llegó Mangugliè con la caballería Enrique VI se había parapetado perfectamente en la ciudad y no tuvo problemas no sólo para detener el ataque normando sino también para contraatacar y destruir el ejército de Mangugliè. La maniobra fue enseguida motivo de burla, por lo que en Sicilia comenzó a utilizarse la expresión  alla re Mangugliè (literalmente “a la manera del rey Mangugliè), que significaba exactamente lo mismo que hoy, una maniobra difícil para hacer algo, sin que llegue a buen fin.

te vas a enterar de lo que vale un peine

ENTERARSE DE LO QUE VALE UN PEINE”

Expresión de origen francés, que se acuñó, según algunas crónicas medievales, a mediados del siglo IX, durante el reinado, paradójicamente, de Carlos II “el Calvo”. Uno de los principales problemas que Carlos II tuvo que resolver durante su reinado fueron las cada vez más frecuentes invasiones de los normandos. Después de varias escaramuzas y alguna breve batalla a campo abierto, el rey consiguió organizar un encuentro para negociar su rendición. Una vez que se estipularon las condiciones el enviado normando solicitó firmar el tratado con su propia pluma, por lo que tomó un cofre, lo abrió y sacó de él un peine que le lanzó al rey, burlándose y riéndose de él a causa de su grave alopecia. Aunque el enviado fue inmediatamente ejecutado, Carlos II, lejos de avergonzarse de lo sucedido, contó la historia a todos sus altos cargos militares y les solicitó que la contaran a las tropas antes de cada batalla a modo de arenga. Es por eso que se hizo frecuente que en las batallas con los normandos el ejército francés cargara al grito de “¡se van a enterar de lo que vale un peine!”, una expresión que se mantuvo con el tiempo y que poco a poco se incorporó al lenguaje coloquial.

mirando pa cuenca

“TE PONGO MIRANDO PA’ CUENCA”

La expresión se remonta al reinado de Juana la Loca y Felipe el Hermoso en la Castilla de finales del siglo XV. Como es sabido, Felipe I era un gran mujeriego, algo que su mujer, obviamente, no podía soportar. En aquella época la corte contaba con una gran presencia de conquenses, como queda demostrado con el mismo capellán de la reina, Diego Ramírez de Villaescusa (de Haro). Algunas de las amantes del rey eran de pueblos limítrofes a los de Don Diego, por lo que Felipe I ideó una excusa perfecta para no levantar las sospechas de su mujer. Sabedor del poco amor de su esposa por la ciencia, el rey organizó un pequeño observador astronómico en una alta torre, donde con ayuda de los nuevos instrumentos de navegación era capaz de individuar la dirección de las principales ciudades del reino. Así, cada vez que quería escabullirse con alguna moza no tenía más que decirle a la reina: “Subo con la dama al observatorio, que la voy a poner mirando para Cuenca”. Los guardias del rey, que obviamente sabían a que subía el monarca al observatorio, comenzaron a utilizar la frase por los burdeles de Castilla, por lo que la expresión tuvo una rápida difusión.

que si quieres arroz

“QUE SI QUIERES ARROZ, CATALINA”

La expresión se refiere evidentemente a una de las Catalinas más famosas de la historia, Catalina de Medici, reina de Francia en la segunda mitad del XVI. Tras la desafortunada muerte de su esposo Enrique II, Felipe II decidió enviar una embajada con diferentes regalos para reconfortar a la recente viuda. Llegados los tres enviados a la corte francesa, la mala suerte quiso que la noche antes del recibimiento el intérprete de los españoles sufriera un grave problema de salud y no pudiera estar presente durante la entrega de las ofrendas, por lo que hubo de recurrirse al lenguaje gestual. El primo regalo era un saco del arroz más preciado que se conocía en aquel momento en Europa, traído de la misma China por las naves españolas. Como los enviados no eran capaces de explicar la particularidad del arroz, la reina lo rechazó, casi ofendida por un regalo tan común en un momento tan triste para ella. Diego Yáñez, el responsable del viaje, se vio en la necesidad de insistir, lo que provocó no ya el enfado de la reina, sino su sumisión en un estado de melancolía en el que ya no profirió una sola palabra. Yáñez, consciente de que no podía volver a España sin haber entregado todos los regalos, insistió hasta tal punto que los guardias tuvieron que alejarlo de la sala mientras gritaba “¡que si quieres arroz, Catalina!” sin obtener ninguna respuesta. Este hecho estuvo a punto de causar una crisis diplomática entre las dos naciones pero por suerte pudo resolverse en pocos días con la ayuda de unos traductores que resolvieron el problema. Esto no impidió que la anécdota se conociera y la frase se divulgara con gran velocidad para referirse a alguien que no escucha o finge no escuchar.

la cuenta de la vieja

“LA CUENTA (DE) LA VIEJA”

La vieja a la que se refiere la expresión no es ni más ni menos que María Josefa de Borbón, hija de Carlos III y hermana mayor de Carlos IV, junto a quien fue retratada por Goya en su famoso lienzo. Era famosa ya en la época su mala relación con su cuñada María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV. Cuando el rey recibía altos cargos oficiales que le daban detalles del reino, María Luisa de Parma se esforzaba por elaborar complicados cálculos delante de su marido para que su fama de estadista se extendiera por el país, pero en muchas ocasiones era María Josefa la que presentaba las cuentas a su hermano de la forma más sencilla, la mayoría de las veces haciendo sumas y restas con las manos, algo que el monarca, que no era muy ducho con las matemáticas, agradecía enormemente. Como los veloces cálculos de María Josefa se demostraban acertados casi siempre comenzó a circular entre los altos funcionarios, para indignación de la reina, la expresión “hacer la cuenta de la vieja”, tan escueta como certera.

hacer un calvo

“HACER UN CALVO”


Esta expresión ha sido erróneamente atribuída a las nalgas desnudas de quien muestra su trasero como protesta o burla. En cambio su origen está, evidentemente, en una anécdota que se contaba de uno de los nietos de Carlomagno, Carlos II “El Calvo”. Se cuenta que en la batalla de Fontenoy-en-Puisaye (841), en la que derrotó a su hermano mayor Lotario, Carlos se haya bajado las calzas para enseñarle su trasero a Lotario y decirle: “estas nalgas que tanto azotaste durante mi niñez te quitan ahora lo que pensabas fuera tuyo”. De aquí que enseñar el trasero se convirtiera desde entonces en un símbolo de victoria y de sumisión del vencido.



FUENTE: http://emitologias.com/